VIAJE AL REALISMO MÁGICO - FRANCESCO LOVAGLIO TAFURI
VIAJE AL REALISMO MÁGICO
El atractivo del arte radica en su secuestro. Seamos espectadores, intérpretes o productores, el arte nos rapta más allá de lo normal, entornando las puertas de la imaginación que solo sabe abrir el antojo del sueño.
«La expresión más justa para el arte quizá sea realismo mágico»
Toda realidad es
mágica. De lo contrario, un mundo consagrado, donde obedecemos
disciplinariamente las normas que otros construyeron, se convierte en un
tedioso vaivén de aspas de molino y predicciones que adormecen nuestro apetito
vital.
Si no se sueña, entonces los bolsillos se quiebran y
sobreviene el trauma o el bloqueo, traducido en desgana. Pero hay una fina
línea que dibuja la separación entre el deseo y el delirio.
En ningún caso, realidad y sueño deben imponerse como
carriles de un único sentido, porque entonces aparece la autoridad de los
universos cerrados. Los tiranos borran esa línea, pero el arte hace transitable
ambas fronteras.
La expresión más justa para el arte quizá sea realismo mágico
La posibilidad
siempre abierta de un mundo donde se nos cuele la rabiosa ilusión de vivir más
allá de la adoquinada figuración que prescriben los otros.
En un viaje a Colombia descubrí que el llamado realismo
mágico es algo más que un mero movimiento artístico. Se trata de un temperamento
que hace justicia al carácter onírico de nuestro deseo, una idiosincrasia de
las personas que todavía son fieles a la imaginación, pero también un aparente
oxímoron y un descarado pleonasmo.
En aquel país de frutas, selvas, aves coloridas y música me
regalaron el libro Colombia paranormal, de Mario Mendoza. Lo abrí con
escepticismo, hasta que poco a poco me fueron conquistando los testimonios de
las personas que recolecta el autor.
Cada capítulo está protagonizado por alguien que, por cuestiones
de supervivencia emocional, tuvo que introducir un componente mágico a ese
infierno que prescriben los otros.